8.5.07

Jamie Reid: diseño para el caos


Jamie Reid es el célebre diseñador que le puso un alfiler de gancho al labio de la reina Isabel durante los actos del Jubileo en Inglaterra en 1977, y el autor de la elegida como mejor portada de disco de todos los tiempos. No sólo ejerció una gran influencia en diseñadores posteriores de la talla de Neville Brody y Vaughan Oliver; también lo hizo con el proceso del diseño en particular: fue el primero en lograr adaptar el espíritu del movimiento punk a las posibilidades técnicas de la gráfica, impulsando la democratización del proceso de autogestión y anulando las divisiones entre la habilidad expresiva y creativa, y lo meramente cotidiano.


LOS ANTECEDENTES

Jamie Reid nació en 1947 y creció en el seno de una familia con ideales socialistas. Obsesionado por las obras de Jackson Pollock, Jamie Reid encaminó sus estudios hacia las escuelas de arte.

El levantamiento ocurrido en París y el resto de Francia durante el mayo de 1968 tuvo un fuerte impacto en la juventud de todo el mundo: en parte porque fue la primera insurrección urbana televisada, en parte porque marcó a toda una generación clamando por sus derechos políticos. Los signos más identificables del Mayo Francés fueron los afiches y graffitis. Los slogans pintados e impresos por doquier fueron el medio para propagar la revuelta. Frases como ˜Pide lo imposible‘ o ˜La imaginación al poder‘ hicieron que la esencia de complejas ideas, de repente sean entendibles fácilmente por cualquier persona.

La Internacional Situacionista (IS), organizada en 1957 por Guy Debord, fue un grupo que alcanzó notoriedad durante el levantamiento parisino, cuando las consignas y eslóganes alcanzaron su máxima difusión. Los principales referentes de este grupo eran los surrealistas de la década del ‘20 y algunos dadaístas, como Hugo Ball y Tristan Tzara. Su actividad se encaminó a difundir sus ideas mediante el empleo de material gráfico en forma de avisos, comics, graffitis y anárquicos collages.



La juventud inglesa rápidamente se sintió identificada con el acontecimiento, y algunos estudiantes, entre ellos Jamie Reid, Fred Vermorel y Malcolm McLaren (todos ellos compañeros de la escuela de arte del barrio londinense de Croydon), comenzaron a organizar sentadas y actos de protesta. El Mayo Francés les había abierto los ojos:
Pasé de ser un simple estudiante preocupado por su propio nicho, a estar muy atento acerca de lo que estaba ocurriendo en otras partes del mundo – lo que estaba sucediendo en París, las revueltas en los barrios negros como el Watts, en los EE.UU. Realmente sentí que tenía control sobre mi propia vida y sobre mi entorno


PRENSA COMBATIVA

Así fue como aprendió un lenguaje “el visual, y el de los slogans- para articular sus angustias e ideales. En 1973, con el fin de comunicar sus mensajes mediante la combinación del arte, la política y el diseño, co-fundó el Suburban Press “ un periódico local de espíritu conmbativo y anarquista que criticaba agudamente la planificación urbana de Croydon.

Reid producía sus propios afiches, revistas y panfletos a favor de los grupos squatters, prisioneros políticos, el movimiento negro y el feminista. Nunca ocultó su simpatía por los pensadores libertarios como Charles Fourier y llegó a publicar libros con pensamientos de William Morris y Digger Gerrard Winstanley.



Uno de los números del Suburban Press fue entregado junto a un llamativo sticker rojo que rezaba: ¨Oferta especial, sólo esta semana, el local recibe ladrones¨, el cual era pegado sistemáticamente en vidrieras de comercios y supermercados. Y la falta de presupuesto constante y de tiempo para editarlo daba lugar a las improvisaciones: el recorte y uso de letras y fotografías de diarios y otros medios impresos evadía el lento proceso de la composición tipográfica por parte de un profesional. El espíritu del Suburban Press terminó por sentar un precedente inmediato y se constituyó como la fuente inspiradora de los primeros fanzines que comenzarían a circular por Londres en 1977.

NEVERMIND THE OLD NEWS, HERE’S JAMIE REID
Corría 1976 y Malcolm McLaren, padrino y manager de una desconocida banda llamada Sex Pistols, le envió un telegrama: ˜Tengo a estos chicos, estoy interesado en trabajar contigo nuevamente‘. Reid, sin titubear, se hizo cargo del puesto de director artístico.

No era el fenómeno en sí lo que me interesaba. Vi al punk como parte de un movimiento artístico que venía desde hace por lo menos cien años, con raíces en la propaganda de agitación rusa, el surrealismo, dada y el situacionismo. Solía hablar bastante con John Lydon (cantante de la banda, más conocido bajo el pseudónimo de Johnny Rotten) acerca de los situacionistas, y del Suburban Press. Los Sex Pistols parecían el vehículo perfecto para comunicar ideas de forma directa a la gente que no era receptible a los mensajes del ala política izquierda.

De esta manera, Reid, junto a McLaren y la diseñadora de modas Vivienne Westwood, hicieron del grupo, el epicentro del naciente movimiento punk. El dadaísmo se convirtió en su mayor fuente de inspiración: tomar lo trivial, los residuos del mundo, para construir algo nuevo y estamparle un significado igualmente novedoso. El recorte y el collage que Tristan Tzara había promulgado, estaban a la orden del día. Con una postura radical y una estrategia encaminada al shock y al escándalo, Reid empujaba la estética de los Sex Pistols hasta el límite.



El primer disco del grupo, titulado Nevermind the Bollocks, Here’s the Sex Pistols (1977), cuya portada era una imitación deliberada de los avisos comerciales de jabón en polvo, fue varias veces rechazado y enjuiciado por la corte de Nottingham debido al uso de la palabra ‘pelotas’ en su título. A pesar de esto, se lo consideró legal y sus ventas nunca descendieron, hasta llegar a ser uno de los discos más influyentes en la historia del rock.



Su primer single, una especie de manifiesto y la presentación oficial al público de forma abierta, fue igualmente escandaloso. Anarchy in the UK se promocionó a través de un afiche formato A3 que mostraba a la bandera británica hecha pedazos, lo que les valió otra prohibición por parte de las radios y cadenas disqueras.




El acto de intervenir fotos de la reina (como lo hiciera Marcel Duchamp décadas atrás cuando le agregó bigotes a la Mona Lisa) fue producto de la relectura de un viejo volante situacionista del mayo del ‘68 que mostraba a una momia con un alfiler de gancho. Otras intervenciones incluían esvásticas. Estas imágenes fueron empleadas para la portada de su segundo single, ‘God save the Queen‘. También fueron reproducidas en afiches, avisos y volantes, lo que provocó, nuevamente, otra censura.



ESOS SLOGANS TAN PEGADIZOS…

Reid fue muy hábil en la utilización de recursos gráficos para construir los mensajes. Pero su verdadero talento residía en su capacidad para lanzar consignas y slogans que calzaban justo en el movimiento punk: ˜dinero del caos’, ˜nadie es inocente’, ˜nunca confíes en un hippie’, ˜cree en las ruinas’ o ˜la gran estafa del rock and roll necesita de carne joven’.



La obra de Reid demostró el rol -y la influencia- del diseño en la industria musical, y se convirtió en un referente fundamental para la generación post-punk del diseño -aquel grupo formado por Neville Brody, Terry Jones, Peter Saville, Barney Bubble y Vaughan Oliver (encargado del arte de The Pixies)- definiendo un estilo efectivo al alcance de todos, sin necesidad del uso de costosa tecnología. En los agitados días londinenses, el diseño emergía del taller y salía a la calle bajo el lema que encarna el espíritu punk: DIY (Hazlo tú mismo).

LO QUE VES ES LO QUE QUEDA

En los años siguientes continuó trabajando para movimientos políticos y civiles, algunas bandas como los Dead Kennedys, y editó varios libros.



En un ensayo acerca de la situación actual de los lenguajes visuales a finales de los 80s, Reid señalaba la caída de los mismos en un estado total de paradoja

(…) Nunca existió tal profusión de información visual, y nunca ese contenido ha sido tan superficial y orientado al consumismo. Como si todo fuese un constante aviso de TV. El matrimonio entre avaricia y estilo. De alguna manera, la sociedad del espectáculo ha llegado a su mayoría de edad. Los medios y la TV han reducido la política, la religión y la cultura al nivel de una telenovela, compartiendo la misma cama mediática (…)

Sabias y visionarias palabras de un personaje anárquicamente correcto.