15.2.07
El método del cut-up…
…o el recorte literario.
William Burroughs fue un heroinómano empedernido, quién no lo sabe. Muchos de los pasajes de “El almuerzo desnudo” (1959) son producto de las visiones y delirios del estado de la droga. Pero más allá de eso, Burroughs introdujo una nueva forma de narración en la literatura que hicieron de “El almuerzo…” una obra maestra tan caótica como experimental e innovadora: el cut-up o recorte literario.
De la misma forma que algunos artistas vienen haciendo uso del collage en sus cuadros desde hace más de 80 años, Burroughs también lo hace con su literatura. Y el método del cut-up resulta ser tan sencillo como eficaz.
En sus propias palabras:
Tomen una hoja, divídanla en cuatro secciones iguales y enumérenlas. Luego cortan los fragmentos y alteran su orden: el fragmento 1 con el 4; el 3 con el 2. Pueden hacerlo con cualquier texto. Por ejemplo, un libro de poemas que hayan leído varias veces: Shakespeare, Rimbaud… el que más le guste. Las palabras van perdiendo su significado tras años y años de repetición. Seleccionen y extraigan varios fragmentos de los poemas y transcríbanlos a una nueva página. Finalmente recorten la hoja en tantas secciones como deseen: entonces se encontrarán con un nuevo poema. Tantos poemas como ustedes quieran. Tantos Shakespeares y Rimbauds como deseen. Shakespeare y Rimbaud viven en sus palabras. Los recortes invocan sus voces. Dicen por ahí que Tristan Tzara dijo alguna vez: ¨La poesía es para todos¨. Por esto, Bretón lo tildó de soplón y lo expulsó del surrealismo.
Hasta ahí la ‘teoría’, el proceso descriptivo. Nada muy complejo de entender. Llendo a la práctica, publico como ejemplo un recorte que acabo de hacer en base a varios poemas de Alejandra Pizarnik:
Debajo de mi vestido ardía el silencio. ¿En dónde estoy? Los jinetes que drenan y barren la medianoche. En mis ojos la forma mirando el agua. Lluvia sola, digo mis silencios dibujado en su cerebro. Desnuda como un cirio feroz sobre corceles negros. No puedo hablar en esto. Castillo frío, borraron el ramo de lilas. Hemos intentado lo que no hicimos, el mortuorio color en la habitación, un trepidar del mero estar donde se van los años en tiempo dormido. La soledad no es estar como un guante sobre el milagro, un proyectarse desesperado en mis aguas de la materia verbal.
La técnica del recorte está al alcance de todos, y encarna el futuro espíritu del punk: ¨do it yourself right here right now¨ (¨hazlo tú mismo aquí y ahora¨).
Toda escritura se basa en recortes. Un collage de palabras leídas y escuchadas y recontraescuchadas. ¿Qué más? El uso de tijeras pone el proceso al descubierto, sujeto a extensión y variación. Recortar y reordenar una página introduce una nueva dimensión en la escritura, posibilitando al escritor la creación de nuevas imágenes en un proceso casi cinemático. Aquí es donde Rimbaud apuntaba con sus coloridas vocales y su ¨sistemático derroche de sentidos¨. Algo similar a las alucinaciones de mezcalina: ver colores, saborear sonidos, oler formas.
El método del recorte facilita el collage a los escritores en un proceso similar al de las cámaras y filmadoras. De hecho, todas las tomas exteriores están sujetas a los hechos impredecibles de los transeúntes y la juxtaposición de recortes. Para los fotógrafos, usualmente sus mejores tomas son accidentales. Para los escritores también. Las mejores obras parecen ser escritas accidentalmente, pero hasta que el método de recorte no se hizo explícito, los escritores no tenían forma de producir el accidente de la espontaneidad. No puedes ser espontáneo, pero sin dudas puedes introducir el factor de la espontaneidad impredecible mediante un par de tijeras.