¿Qué sería de la música latina sin la presencia de Rubén Blades?
Solo imaginarlo es suficiente para que uno se sienta vacío y nostálgico. Blades es una de las figuras más visionarias y que más satisface, dentro de la cultura popular de América Latina.
Blades alcanzó la fama a fines de los años setenta y durante los ochenta, al componer una obra que estalla con el vaivén y la intensidad rítmica de la salsa, y que ofrece al mismo tiempo, letras que lanzan temas hispanoamericanos con una visión lúcida y poética similar a la que uno encuentra en las novelas de Gabriel García Márquez o en los textos del periodista legendario Eduardo Galeano.
Durante la mayor parte de los años noventa, Blades se cansó de la salsa y empezó a experimentar con un nuevo estilo de música popular latina que se caracteriza por sonidos más abstractos; un caleidoscopio fusionado de estilos folclóricos con una actitud globalizada, que por momentos nos recuerda esfuerzos similares de Sting o Peter Gabriel.
Hoy está acompañado por Editus, un grupo costarricense de tono "new age" que Blades ha adoptado como suyo durante los últimos dos años, pero mucho tiempo hizo partícipe de sus creaciones a los mágicos Seis del Solar, con quienes durante muchos años compartió escenarios.
Las habilidades particulares de Blades como autor se hacen evidentes por ejemplo con el épico "Padre Antonio y el monaguillo Andrés", una narración extensa inspirada en Oscar Arnulfo Romero, un sacerdote asesinado por los escuadrones derechistas de la muerte en El Salvador. -Ustedes pueden matar a las personas pero no sus ideas- es el mensaje desafiante de Blades, mientras la melodía sube los tumbos rústicos que acompañan esa frase conmueven.
"Soy un humano bendito con el poder de crear las ilusiones", ha dicho Rubén Blades, y qué duda cabe: el ciudadano panameño con residencia en Nueva York y Los Ángeles es un genuino y polifacético artista, además de un excepcional creador musical.
Se trata de un artista con una visión universal no sólo respecto al contenido de los temas abordados, sino porque en sus dos últimos trabajos (Tiempos y Mundo), sin dejar de ser el espléndido Sonero Mayor que es, se ha desplazado con éxito hacia otras maneras de expresión, al incorporar estilos sinfónicos y fusionar diversos lenguajes musicales que beben en las fuentes de lo popular y lo folclórico. Para lograrlo, ha sumado a sus proyectos a músicos noveles de distintos países. La evidente vocación cosmopolita que asume hoy su música estuvo animada, al principio de su carrera, por una decidida voluntad latinoamericanista, jalonada por inolvidables temas que perviven en la memoria del gran público. En sus canciones se cuestionan las esencias más profundas de la cotidianeidad, inquietud difícil de encontrar en otro músico hispanoamericano.
Las creaciones musicales del panameño siempre proponen una idea y una manera de interpretar la vida y de comportarse en ella; o sea, una suerte de ética o de paradigma del ser humano, en particular del latino, del cual revela su cultura y sus hábitos más inveterados, y al que alienta a trabajar conscientemente en el rescate de su propia identidad, cultivando sus virtudes y sus valores morales y cívicos: "Apuesta a ser el ganador, lucha por ser el mejor; ¡intenta!". Un grande.
Rubén Blades - Pedro Navajas (Club)
Rubén Blades